Hoy ya nadie puede cuestionar el tremendo sacrificio y esfuerzo que están realizando el personal de los Servicios Sociales. Es incuestionable. Tampoco nadie puede recordar una situación de crisis sanitaria que los haga tan imprescindibles y tan necesarios.
Es cierto, alguien dirá que es su trabajo, que son empleados públicos y que hacen lo que tienen que hacer. Pero una cosa es decirlo desde fuera y otra hacerlo desde dentro y en las condiciones en que lo hacen.
Todo el personal que día a día está desempeñando su labor en las residencias de los Servicios Sociales se está dejando la piel poniendo en riesgo su salud y la de los suyos. Algunos ya han caído, pero ahí están y ahí continúan un día sí y otro también.
Cada jornada se les envía a un campo de batalla con los mínimos elementos de seguridad para que cuiden, asistan y protejan a las personas más vulnerables, nuestros padres y abuelos. Y ellos van. Y, en muchos casos, a pecho descubierto, dando lo mejor de sí. Y así es desde hace un mes y nadie sabe por cuánto tiempo más.
Todo este colectivo compuesto por personal médico, personal de enfermería, auxiliares de enfermería, xerocultoras, cuidadoras, camareras-limpiadoras, personal de mantenimiento, ordenanzas…, merecen el máximo respeto y total consideración. Respeto y consideración no sólo por el conjunto de la sociedad, sino también, y cuanto más, por las personas que los dirigen.
Sin embargo, no siempre es así. Resulta deleznable y despreciable que en determinados centros siga habiendo directores y directoras, gobernantes y gobernantas, responsable de área, así como algún otro mando intermedio que, lejos de mostrarles su respeto y consideración, sigan actuando con actitudes despóticas, humillantes, vejatorias hacia este colectivo y sin la más mínima empatía. Y lo que es peor, con la permisividad de la propia Consellería de Política Social.
La Consellería de Política Social no puede por más tiempo mantener esa actitud de soslayo ante estos casos de abuso de poder de sobra conocido. No sería justa recompensa al sacrificio de su personal. Si ya no lo era antes, menos lo es ahora. Es su responsabilidad poner coto de inmediato a estas actitudes, aunque dudamos que la ejerza. Porque, aunque es verdad que los que así actúan son pocos y, además, cobardes, los hay y campan a sus anchas.
Por ello, desde CSIF animamos a todos los trabajadores que estén siendo víctimas de abusos de poder, de comportamientos vejatorios, de amenazas y demás comportamientos intolerables, que lo denuncien, que nos lo hagan saber. Si la Consellería no quiere o sabe actuar, nosotros sí sabemos lo que tenemos que hacer.
¡Y a todo el colectivo de los servicios sociosantiarios, GRACIAS!
Nunca abuses del poder humillando a tus semejantes, porque el poder termina y el recuerdo perdura.