Los coches de la Xunta vuelven al El Corte Inglés.

La Consellería de Medio Ambiente vuelve a permitir a “funcionarios pata negra” la utilización de vehículos oficiales para uso particular.

Corría el año 2009 cuando desde la Secretaría Xeral de la Conselleria de Presidencia, Administracións Públicas e Xustiza, se abordaba una eufemísticamente llamada reestructuración del parque móvil de la Xunta de Galicia.

Fue el año en el que el Partido Popular reconquistó el gobierno de la Xunta, después de una bronca campaña en la que los coches de Touriño, los suntuosos gastos en reformas de despachos y los paseos de Anxo Quintana en el yate de un magnate de la construcción habían sido grandes protagonistas.

Hasta ese año 2009, era habitual ver estacionados coches de la Xunta, tanto rotulados como sin identificar, en los estacionamientos de las grandes superficies comerciales, a las puertas de los colegios e incluso en las playas durante los fines de semana de los meses estivales. Era la época del despiporre, del todo vale y, como consecuencia de ello, de la pésima imagen que, por culpa de algunos sinvergüenzas, tenían todos los funcionarios y, por extensión, la propia Xunta de Galicia.

Por ello, la finalidad de dicha reestructuración no era otra que la de poner coto al desmedido uso particular de vehículos oficiales, del que no solo eran culpables gran parte los altos cargos de la Xunta, sino también determinados funcionarios de los niveles superiores; los conocidos como “funcionarios pata negra”. Un mal uso de los coches oficiales que, además de un ingente gasto para las arcas públicas, repercutía en una nefasta imagen para el conjunto de los funcionarios.

El plan de reestructuración articulado desde la Secretaría Xeral de la Conselleria de Presidencia -como responsable última de todos los vehículos de la Xunta- se ejecutó de manera férrea y, contra todo pronóstico, consiguió rápidamente su objetivo. A partir de ese momento los vehículos oficiales de la Xunta fueron utilizados de manera racional, transparente y justificada. Y ello porque se consiguió implantar el respeto a las directrices de la Secretaría Xeral de la Presidencia y a mayores cundió el pánico a las posibles consecuencias.

Pero como en el poema de Troilo y Criseida, “todo lo bueno se acaba” …

Coincidiendo casualmente con la última reorganización de la Xunta de Galicia debida al cambio de su Presidente, parece que en la Consellería de Medio Ambiente se perdió o el miedo o el respeto, o ambas cosas, y por parte de algún funcionario/a de nivel 30 se vuelve a hacer un uso impune y desmedido del vehículo oficial, como si de particular se tratase, para desplazarse diariamente desde su domicilio al centro de trabajo. Y todo ello con la connivencia de los máximos responsables de dicha Consellería.

Debería de ser cometido de los nuevos gestores del parque móvil de la Xunta evitar que en esta administración se retomen los tiempos del despiporre y de las mamandurrias y que, por culpa de algunos y algunas, la buena imagen del conjunto de los empleados públicos se vuelva a ver enturbiada.

En este país de memoria cortoplacista parece que se olvidó el papel que jugaron los coches oficiales en el año 2009: Un papel muy significativo en el cambio de gobierno.

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