Epi, Blas y Espinete vuelven a la Escuela

El Consorcio Galego de Servizos de Igualdade e Benestar reincorpora a su personal siguiendo el protocolo de “Barrio Sésamo”. Las instrucciones se establecen mediante WhatsApp y se ignora a los Comités de Seguridad y Salud Laboral

El pasado 9 de marzo, la Vicepresidencia de la Xunta de Galicia publicaba un Protocolo de actuación para la reincorporación de los empleados públicos al trabajo presencial. Si bien dicho Protocolo dejaba fuera de su ámbito de actuación al ámbito sociosantiario, establecía taxativamente que

En todo caso, sin perjuicio de las medidas de carácter general establecidas en este protocolo, que resultan de aplicación a todo el personal empleado público, y dentro de este marco de referencia, se podrán aprobar otros protocolos o instrucciones específicas de adaptación para determinados colectivos concretos o áreas de actividad, en atención a sus peculiaridades y con el objeto de minimizar el riesgo de infección.

“Por lo que se refiere a aquellos centros y/o unidades de los ámbitos periféricos que estén sin actividad (bien por no ser esenciales o bien porque así se decidió por cuestiones de seguridad), las correspondientes secretarias generales técnicas deberán adoptar la decisión de su apertura, con carácter previo a la reincorporación del personal, tomando todas las medidas preventivas previstas en el presente protocolo”

Así mismo, y con carácter preceptivo, el Protocolo obliga a que

“Con carácter previo a la ejecución de cada una de las fases que se indican a continuación, cada consellería elaborará un informe conjunto de las medidas preventivas adoptadas por cada uno de sus centros directivos y/o Jefaturas Territoriales, de los cuales se dará traslado tanto a los servicios de prevención de riesgos como a los comités de seguridad y salud laboral”.

A pesar de ello, el Consorcio de I+B acuerda decretar la incorporación de su personal a las escuelas infantiles.

Y lo hace sin que, previamente, hubiese una resolución de la Secretaria Xeral Técnica autorizando tal apertura. Lo hace sin antes tener establecido un protocolo propio de prevención en donde se marcasen unas específicas medidas preventivas para garantizar la protección de la seguridad y salud de los trabajadores.  Y lo hace sin trasladar dichas medidas preventivas, en el caso de que las hubiese, a los comités de seguridad y salud laboral.

El espíritu libre del Gerente del Consorcio.

Decía Nietzsche que la característica del espíritu libre nos indica que son personas que no están encadenadas a las costumbres, convenciones sociales y estereotipos pero, sobre todo – y lo que es más importante – que no están encadenadas a los patrones de pensamiento imperantes, no solo en términos de ideas sino del propio proceso de pensamiento. Son personas que lo cuestionan todo porque necesitan llegar a su propia verdad.

Y el Gerente del Consorcio, Don Perfecto (paradójicamente así se llama a pesar del cúmulo de imperfecciones que arrastra en su gestión) es fiel reflejo de un espíritu libre dentro de la Administración.

El pasado 14 de mayo, CSIF requirió por escrito a la Consellería de Política Social para que impidiese la reincorporación del personal del Consorcio hasta que se adoptasen todas las medidas preventivas y adaptaciones de puestos necesarios y en tanto no se diesen traslado de tales medidas a los Comités de Seguridad y Salud.

Nos consta que se hizo la gestión, pero también nos consta que no se obtuvo ningún fruto.

Don Perfecto no atiende a los patrones de pensamiento imperante en la Consellería que, por cierto, había decidido mantener cerradas las escuelas infantiles que dependen directamente de ella.

Pero Don Perfecto tampoco se siente encadenado a las costumbres y convenciones sociales. Para él, la obligación de contar con los Comités de Seguridad y Salud Laboral antes de proceder a la reincorporación de los trabajadores, no rezaba porque se encuentra “más allá del bien que del mal”.

Y así, Don Perfecto necesitaba llegar a su propia verdad. Y su verdad es que está por encima de cualquier orden jerárquico, por encima de la verdad de la propia Conselleira. “Yo soy la luz, yo soy el camino… Yo soy la verdad”. Esa es, según parece, la respuesta que una y otra vez obtenían desde la Consellería cada vez que intentaban hacerle entrar en razón.

Arriba y Abajo.

Pero en su cúmulo de despropósitos en su gestión, en la búsqueda de su propia verdad, Don Perfecto no se encuentra solo. Cuenta con la inestimable colaboración de su inapreciable Gerente Adjunta de Escuelas Infantiles.

En los años 70 se emitía en la televisión española la serie “Arriba y Abajo” (curiosamente el mismo título que el de las lecciones de Epi y Blas en Barrio Sésamo).

Dicha serie seguía la vida de la familia y los sirvientes del 165 de Eaton Place, desde 1903 hasta 1930. Arriba viven, con sus hijos James y Elizabeth, Lady Marjorie, hija de un duque que fue Primer Ministro, y su esposo Richard Bellamy, un político honrado pero que depende del dinero y de las influencias de la familia de su mujer. Abajo están las dependencias de los sirvientes: el mayordomo, la cocinera, los lacayos las doncellas, los pinches de cocina…

Los de arriba, cuando necesitaban ser servidos por los de abajo, se comunicaban a través de un sistema interno de campanilla.

Siguiendo el más puro estilo de la nobleza británica de los años 30, la Gerente Adjunta de las Escuelas Infantiles del Consorcio, cuando necesita algo de su personal, precisa dictarles alguna instrucción u orden de servicio, obvia por completo los procedimientos administrativos, comunicándose con sus “empleadas” a través del whastapp, sin importar la hora que sea. Al fin y al cabo, son sus “empleadas” y están a su “servicio y disposición”.

Alguien en la Consellería de Política Social debería de entender que la gestión de las Escuelas Infantiles del Consorcio es un tema serio. Y aunque sean los niños sus usuarios, su gobierno y gerencia no puede dejarse en manos de los personajes de Barrio Sésamo.